La región del Sur de Bolívar puede ubicarse geográficamente entre el río Magdalena y el río Cauca, surcado por la Serranía de San Lucas. Allí encontramos los municipios de El Peñón, Regidor, Río Viejo, Arenal, Morales, Simití, San Pablo, Cantagallo, Santa Rosa del Sur, Montecristo. Quienes han construido este territorio; sus pobladores, hacen parte de lo que Orlando Fals Borda denominó la “raza cósmica costeña”, forjada a partir de la resistencia, donde la fraternidad, la solidaridad, el trabajo arduo y el amor por el río grande de la Magdalena, sus ciénagas, sus quebradas, y la serranía, se manifiestan en la dignidad con la cual desde siempre han defendido la labor campesina y agro minera. El oro, la serranía y el río, son algunos de los elementos que han marcado la historia del territorio.

Fuente: Periferia Prensa

Primeros avatares del despojo

11/08/2010.En un principio la región fue habitada por los indígenas Malibues, Guamocoes y Zenues (cultura Zenufaná). Los primeros de cultura anfibia, por el dominio de los ríos y de la agricultura sobre las márgenes del río Magdalena, los segundos ubicados entre el rio Nechi, el rio Cauca y la Serranía de San Lucas, con amplia tradición orfebre. Pero el domino sobre el territorio de Malibues, Guamocoes y Zenues marcó los intereses de los primeros despojadores; las hordas españolas desde un principio acabaron con estas culturas indígenas empleándolas como “bogas” a unos y mineros a otros.

Una vez dominados los Malibues, y utilizando el Río Magdalena como el eje de tránsito hacia el interior del país desde la Ciudad de Mompox, el constante tránsito por el río exigía la ardua labor de los indígenas que en canoas y champanes transportaban pesadas cargas bajo el inclemente sol del Magdalena. En este tránsito por el río, los españoles fueron fundando pueblos como el de San Antonio del Toro de Simití (hoy Simití), al mismo tiempo conociendo de la existencia de oro en la región. Así obtuvieron noticias de las minas de Guamocó, por lo cual, estos Españoles fueron adentrándose en la Serranía, abriendo el camino que desde Simití uniera a lo que más adelante se conocería como San Francisco de Nuestra Señora de Guamocó. Por esta vía salía el oro producto de la minería hacia Mompox, donde se guardaba y acuñaba antes de partir de Cartagena hacia España. Así se fue despojando la cultura y vida de los indígenas Guamocoes, Zenues y Malibues.

Luego, inició el periodo de la Esclavitud en el sur de Bolívar, con la llegada a la región de negros esclavizados que fueron utilizados en las labores de la minería y del transporte por los ríos. Más adelante, siguiendo los pasos de Benkos Biohó, fueron liberándose los esclavos. Aquellos que trabajaron en las haciendas en Mompóx, o como bogas en el río Magdalena, y los que fueron esclavizados en las labores mineras en la Serranía de San Lucas, Zaragoza y Guamoco, tras su huida se iban congregando alrededor de palenques a lo largo de la Serranía de San Lucas y sus estribaciones, fundamentalmente en los municipios de Tiquisio, Rio Viejo y Arenal, donde los Palenques más connotados fueron los de Norosí y el de Cimarrones.

En estos palenques confluyeron los negros cimarrones alentados por la libertad conseguida, además de indígenas, criollos y españoles pobres. Al igual que el palenque de la Matuna, entre Tolú y Cartagena, liderado por Benkos Biohó, los palenques del Sur de Bolívar se convirtieron en un peligro para la estabilidad de la región, principalmente por el ejemplo libertario desatado.

Por esta razón los españoles, al mando del Alférez Diego Ortiz Nieto se dedicaron a combatirlos. Por su parte, los hombres libres de los palenques resistieron en el territorio confrontando los embates de los españoles, replegándose y rearmando sus quilombos en otros sitios más seguros. Las intenciones y ambiciones del Alférez se hicieron sentir cuando, en la guerra contra los palenques, reclamó una extensión, calculada por Fals Borda de 150.000 Ha, por los lados de lo que hoy conocemos como Barranco de Loba, San Martín de Loba, El Peñón, Tiquisio y Rio viejo. Así se conformó el latifundio en la región del Sur de Bolívar, contra el cual y desde entonces, los herederos de esta “raza cósmica costeña” han luchado y resistido.

El despojo y la resistencia continúan

La construcción y resistencia en el territorio de las comunidades del sur de Bolívar, más adelante, se enfrentaría a nuevas circunstancias como el auge de la navegación a vapor por el río Magdalena, la llegada de los enclaves petroleros a Barrancabermeja y su posteriores desarrollos como centro del Magdalena Medio, la construcción de los ferrocarriles y las carreteras con el consecuente incremento de los grandes terratenientes ganaderos, así mismo la época de la violencia, el auge del movimiento campesino de los años 70, etc. Todos estos fenómenos han ido enriqueciendo el entramado cultural, dando elementos nuevos en el camino de la construcción del territorio por parte de las comunidades y enriqueciendo el crisol libertario de las culturas campesinas y agromineras de esta región.

Es preciso también resaltar cómo el oro presente desde siempre en las montañas que conforman esta región ha sido elemento esencial en la base material de la vida de las comunidades indígenas, palenqueras, campesinas y agromineras de este territorio; junto con el agua, la diversidad biológica de sus bosques, ciénagas y ríos ha permitido el desarrollo de sus culturas. Sin embargo el despojo de conquistadores, primero, empresas extranjeras después y ahora multinacionales es el elemento foráneo contra el cual se ha resistido.

Hoy, con el propósito de despojar del territorio a las comunidades del sur de Bolívar, pretenden desconocer la historia de cómo estas comunidades agro-mineras han construido el territorio. Como hemos visto muy brevemente, el despojo del territorio no es un fenómeno nuevo, tampoco lo son las noticias sobre la presencia del oro en la región y mucho menos la defensa que del territorio hacen estas comunidades, frente a quienes vienen a despojar.

A principios del siglo XIX, en el Virreinato de La Nueva Granada (Colombia) la producción anual estimada de oro se encontraba alrededor de los 18 mil marcos de castilla, unos 78 mil 300 kilos, sin contar con el contrabando de oro, el cual era bastante representativo. La provincia de Antioquia y las montañas de Guamocó y Simití, hoy Segovia (Antioquia), y la Serranía de San Lucas, producían 3400 marcos de oro, unos 14 mil quinientos kilos, es decir, aproximadamente el 20% de la producción anual de Colombia en ese entonces. Hoy la producción de oro se estima en cerca de 48 mil kilos durante el 2009, en la que el sur de Bolívar registra una producción de casi 3 mil 400 kilos durante el mismo año; algo así como el 7% de la extracción de oro registrada por Ingeominas durante el 2009. Si a eso le sumamos los más de 7 mil kilos producidos en los municipios de Zaragoza y Segovia, tendremos cerca del 22% de la extracción aurífera de Colombia en esta región. Hablamos, entonces, de una región que históricamente ha sido importante para la producción del oro en Colombia.

Transnacionales a la carga

Dice Carolina Rueda, vocera de la AngloGold Ashanti, que “la AngloGold Ashanti es una compañía minera, de exploración y producción del oro. Adelanta un programa amplio de exploración a nivel mundial, con 21 operaciones en los 5 continentes, y busca no solo el desarrollo productivo, sino también programas de explotación que le permitan a largo plazo ser una empresa productiva…al observar a lo largo de los Andes se encuentran proyectos de minería desde Canadá hasta Argentina. Colombia claramente es un hueco dentro de ese desarrollo minero, el cual ha generado la expectativa de muchos geólogos y de muchas empresas a nivel mundial”1.

¿Por qué si la existencia del oro en Colombia, su ubicación y sus calidades ha sido ampliamente conocido y estudiado, solo hasta hace algunos años las empresas multinacionales de la minería, cuya producción a cielo abierto vienen implementando a lo largo del mundo, descubren las potencialidades de regiones como la del sur de Bolívar?
Continúa explicando Carolina Rueda que “AngloGold Ashanti viene desarrollando desde el 2003 un proceso de exploración sistemática. Se ha hecho exploración en más de 11 millones de Ha con una inversión superior a los 140 millones de dólares. Esta inversión hecha durante los últimos 5 años (de 2003 a 2007) corresponde a la inversión que ha hecho Colombia en exploración minera en los últimos 48 años”.

Muchas voces saben que la llegada de la AngloGold Ashanti a Colombia se inicia antes del año 2000; más adelante, en el 2003, se registraría con el nombre de Sociedad Kedahda. S.A, y solo hasta el 2007, cuando el mismo presidente Uribe Vélez anuncia el descubrimiento de lo que ellos llaman Mina La Colosa, en Cajamarca Tolima, entrarían a utilizar públicamente su nombre; AngloGold Ashanti, pasando todos los títulos de una a otra compañía y manteniendo el mismo NIT. 830127076.

En un reporte de 1999 de Anglogold Limited, Colombia ya aparecía en los mapas de proyectos de exploración, mas adelante, en un reporte de operaciones en Colombia del 2007, la misma firma reconoce que desde el año 2000 se encontraba estudiando la estrategia de negocios en Colombia. Esta empresa ha reclamado a nivel nacional 13.1 millones de Hectáreas en concesiones de exploración. Es decir, el 11% del total del territorio nacional. De estas en el 2008, 11 millones 200 mil Ha. habían sido exploradas, el 10% del territorio nacional. Del 10% del territorio nacional, en el 2008, esta empresa multinacional ya tenía concesionadas 825.000 Ha.; es decir, la AngloGold Ashanti podría disponer de la cuarta parte del territorio que en Colombia se dedicaba a la producción agrícola en 2008.

En el 2010 la situación es aún peor ya que la cantidad de concesiones de esta empresa aumenta rápida y desmesuradamente, hasta tal punto que en este momento es la empresa minera en Colombia con mayor número de concesiones otorgadas por el Estado Colombiano. Todo esto sin consulta alguna con las comunidades campesinas, indígenas y afrocolombianas que ancestralmente han trabajado la tierra y han construido en estos territorios sus formas de vida.

Tal irrupción de la AngloGold Ashanti en Colombia, que viene a llenar ese hueco que ha significado Colombia en el mapa de las multinacionales en el continente Americano, se da después de haber logrado las condiciones necesarias que les permitiera implementar explotaciones de gran escala a cielo abierto en todos los lugares de nuestra geografía. Territorios despojados o con garantías para despojarlos fácilmente, leyes del despojo, permisividad ambiental, y fuerza pública al servicio de su seguridad, son las condiciones que han permitido tal confianza inversionista.

En el sur de Bolívar, la llegada del paramilitarismo coincide con el fortalecimiento organizativo y de las luchas de los campesinos, luego de que esto campesinos generaran movilizaciones por mejorar las condiciones de vida (salud, educación, carreteras, servicios públicos) en 1985 y en 1996. Las exigencias de las comunidades no fueron escuchadas, por eso ellas se vieron obligadas nuevamente a movilizarse mediante un éxodo, pero esta vez, denunciando las graves violaciones a los derechos humanos y la latente amenaza de la incursión del paramilitarismo en la región.

El Éxodo Campesino de 1998 duró 103 días, en el cual más de 10.000 campesinos de la región se movilizaron hacia Cartagena, Bogotá, Medellín, Barrancabermeja y San Pablo, exigiendo garantías para el retorno y la permanencia en su territorio. Después de lograr que el Estado Colombiano se comprometiera mediante la firma de acuerdos, con estas garantías, las comunidades retornaron a la región. Pero inmediatamente la persecución sobre las comunidades arreció, el Estado incumplió con todos los acuerdos logrados y se desató una inmensa ola de crímenes en sus más aterradoras modalidades.

Desde entonces las comunidades del Sur de Bolívar entendieron que la guerra que se desataba en su contra tenía una explicación: el oro. Ese día los paramilitares incursionaron en el casco urbano de Río Viejo; campesinos y mineros, incluido el alcalde, fueron víctimas de tortura y tratos crueles e inhumanos. A Juan Camacho lo ejecutaron con siete disparos de fusil, luego lo decapitaron con un machete; su cabeza fue mostrada por todo el pueblo y luego “jugaron con ella como si fuera un balón, ante las miradas aterrorizadas de hombres, mujeres y niños”, posteriormente clavaron su cabeza en una estaca mirando hacia la serranía de San Lucas y sentenciaron que se dirigían hacia la zona minera en busca del oro que allí yace. Luego aparece públicamente la AngloGold Ashanti anunciando en el Sur de Bolívar, la solicitud de un millón doscientos mil hectáreas para su exploración.