Ellos, los refugiados ambientales del Mauro con sus rostros transparentes y amigables van llegando a una pequeña reunión espontánea, donde nos contarán de su vivencia, de su pena, de su rabia y también, de esta resignación obligada que los acompaña como un dolor inevitable. Foto: cartel vial de acceso a Caimanes y en la loma cartel con leyenda “No Minera Los Pelambres”

Por Ana Leyton

Después de haber sido dueños de su vida y de su subsistencia, pasaron a ser el primer grupo de refugiados ambientales del Choapa, por causa de la instalación del mortífero tranque de relaves mineros El Mauro de Minera Los Pelambres, hoy uno de los más grandes del mundo que, paradojalmente, tiene el mismo nombre de la que fuera una comunidad donde la vida les sonreía. Parece burla, ya que en el recuerdo está muy presente, que este Mauro tóxico sepultó al otro que fuera un hermoso valle agrícola en medio de una tierra fértil.

Dicen: “la gente moría antes por la edad, ahora muere por enfermedad, por cáncer, por presión alta” así nos van dando cuenta de su vida, de la que fue su microeconomía del trueque, de la riqueza de su tierra, de las sequías que no se sintieron porque la cuenca hidrográfica del valle proveía “para todos agüita, aún cuando estaba escasa”.

Recuerdan la crueldad con la que fueron expulsados: “fueron crueles con la gente, una señora que quedó viuda fue abandonada con ocho hijos y nadie se hizo cargo de su suerte”.

“Villa Mauro”, es el nombre ficticio que le pusieron a la pequeña y agreste población nueva, donde pudieron comprar un pobre pedazo de terreno con los dineros que, injustamente, fuera la indemnización que les dieron por quitarles el sustento de por vida. Hoy pertenecen a la comuna de Illapel, antes a la de Los Vilos. Sus muertos quedaron en Caimanes. Tuvieron que vender sus animales, porque el espacio no permitía que siguieran teniéndolos.

Recuerdan que: “los Ibacache eran muy malos y participaron en la represión ayudando a la autoridad y también el Atilio en tiempos de dictadura”. Pero después fue una toma de decisión del gobierno, donde dicen que la actual diputada del distrito, participó activamente en el convencimiento de la gente, les dio a entender que los $15.000.0000 “fueron entregados por compasión de la minera y no porque tenían derecho a ello”.

Dicen que inicialmente “un tal Salinas y un Vivanco eran dueños del fundo El Mauro, después la CORA entrega el fundo a 13 personas, pero sólo Guido, Segundo y Gabriel sabían leer, entonces se apoderaron del fundo, también el Atilio y el Jorquera, que algo tiene que ver con un alcalde, después un abogado Gamboa se puso de acuerdo con la minera y entonces Pelambres le compra a Muñoz” y de esta manera se aprovecharon del analfabetismo de la gente. No tenían título de propiedad pero habían vivido mucho más de cien años en el Mauro.

Antes trabajaban en su propia comunidad, ahora tienen que trabajar fuera, incluso están obligados por subsistencia a trabajar en la misma minera que los despojó del Mauro. Las autoridades se comprometieron a tenerles siempre trabajo pero no cumplieron y recuerdan con nostalgia los tiempos en que eran trabajadores en su propia tierra.

Con Allende fue la única vez que consiguieron la propiedad de la tierra, pero los que sabían leer estafaron a los otros. Durante la investigación, se supo que un tal Arnoldo aparece como arrendador del fundo y después en forma incomprensible los sacaron sin que Pelambres fuera dueño.

El proceso de desarraigo con represión comienza desde el año ’80 al ’98 hasta el 2001 que es cuando los despojan. Los reprimían con participación de las autoridades.
Después, la propuesta fue de los $15.000.000 para que abandonaran en dos meses las tierras o si no los tiraban a la calle. Vivían de su propia economía, de las cabras, de la agricultura. Frente a cualquier apuro vendían un queso o un animalito, cada uno de ellos tenían entre 100 y 400 cabras y podían hacer hasta 5 quesos diarios…lo perdieron todo.

Las máquinas enviadas por los poderosos llegaron de pronto en diciembre del 2001 y en medio de lo cotidiano, del almuerzo, de los niños, destrozaron el Mauro ante sus propios ojos, en el mismo momento en que los sacaban a la fuerza de ahí. Todavía no comprenden el porqué de tanta violencia ¿cómo pudieron en el momento del desarraigo destruir sus hogares estando ellos presentes? ¿por qué tanta crueldad?

Los obligaron a salir y cuando recién salieron estuvieron hasta cinco meses sin agua, porque nadie les cumplió con lo prometido. Desde una tierra fértil que fuera suya durante más de cien años, fueron obligados a llegar a una tierra infértil donde su calidad de vida cambió considerablemente. Aún no se acostumbran, aún sufren y al hablar de esto sus lágrimas son evidentes.

Hoy el Choapa enfrenta más de un problema de este tipo, en cada uno de los lugares afectados por la instalación de la gran minería; primero Pelambres atravesando desde el valle alto (Panguesillo, Cuncumén…) hasta el Mauro, Caimanes, Los Vilos…, después la Vale do río doce con demandas internacionales por destrucción del planeta, instalada en tres valles agrícolas, Quilmenco, Cárcamo, Chalinga, también dejó a su paso refugiados ambientales. Ahora la Pucobre, de dudosa reputación en la tercera región, posicionada en Los Pozos y ya con refugiados ambientales expulsados con engaños y la ayuda de políticos y abogados del diablo, arremeten contaminando Illapel y Canela, principalmente; y por llegar, el monstruo dominante de la Xtrata Cooper, con huellas de implacable frialdad.

Las personas se ven abordadas por intermediarios inescrupulosos contratados por estas transnacionales y entre ellos, políticos que a cambio del engaño a las comunidades reciben dineros para financiar sus campañas.

Cuando uno tiene la oportunidad de escuchar directamente estos testimonios, queda en evidencia que la dictadura no terminó con Pinochet, sino que continuó con la concertación; me refiero a la dictadura económica y sus consecuencias, que también viola cruel y descarnadamente los derechos humanos, sobretodo, de quienes por razones geográficas y desprotegidos judicialmente, no tienen cómo defenderse de la maldad e indiferencia de estos esbirros dueños de poder y dinero obtenidos a costa del sufrimiento de otros.