La minera boliviana San Cristóbal, que es la más grande del sector y una filial de la firma japonesa Sumitomo, afirmó hoy que los tributos en Bolivia son elevados y no son competitivos respecto a los de otros países de la región.

 

Fuente: Agencia EFE
La Paz – 24/02/2010. El vicepresidente de la minera San Cristóbal, el boliviano Gerardo Garrett, expresó hoy esa posición durante el “Seminario de desarrollo regional del altiplano centro-sur”, en el que empresas y funcionarios de Japón ofrecieron inversiones en diversos sectores del país.

Garrett dijo que hay varios desafíos para la minería en Bolivia, entre ellos potenciar al sector dada la riqueza mineral que tiene el país y después “crear un ambiente de seguridad para todos (…) con reglas claras de juego sustentadas en el tiempo que permitan al emprendedor en minería saber qué viene a futuro”.

“El siguiente desafío es crear un régimen impositivo competitivo, sobre todo, con los países latinoamericanos. Creemos que la carga tributaria en Bolivia es elevada y eso hace que, respecto de otros países con los que podríamos competir, esto pase a ser un factor de no competencia”, manifestó Garrett

Según cifras de la compañía, entre el año 2000 y enero de 2010 ha pagado tributos al Estado boliviano por cerca de 342 millones de dólares.

También remarcó la necesidad de que Bolivia sea capaz de atraer inversiones ya que en el último tiempo no ha ocurrido tal cosa, ni con las inversiones internacionales ni con las estatales, lo que ha afectado el desarrollo minero nacional.

El ejecutivo apuntó, además, que la industria minera es la segunda del país en la economía, después de la petrolera, por lo que “hay que darle la importancia del caso”.

La minera San Cristóbal, que asegura haber invertido cerca de 1.400 millones de dólares, tiene el mayor proyecto minero en marcha en Bolivia, en el sureste del país, cerca de la frontera con Chile, donde se explota a cielo abierto una mina de plata, plomo y zinc.

El cien por ciento de las acciones de San Cristóbal pasaron en 2008 a manos de la japonesa de Sumitomo que las compró de la firma estadounidense Apex Silver. EFE