Este sábado 7 de enero a las 18 horas el pueblo de El Bolsón vuelve a marchar en defensa de los bienes comunes repudiando el negociado de la empresa Laderas S. A. conducido por el magnate amigo de Macri, Joseph “Joe” Lewis, ejecutado por el Intendente municipal Bruno Pogliano y el Gobernador Alberto Weretilneck, este proyecto se propone arrasar con la identidad cosmopolita que caracteriza al pueblo, en pos de un enclave turístico de consumo capitalista.

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Fuente: La Izquierda Diario

Entre los manifestantes se prevé la participación de los habitantes del casco urbano, los productores agrícolas con tractores, paisanos ganaderos, bueyes y caballos, hippies, artesanos y comunidades mapuce. Habrá carrozas de la Asamblea en Defensa del Agua y la Tierra, del Acampe Pacífico y Popular (que ya lleva dos semanas de protesta) y de la Diversidad Sexual que, como cierre de su noveno festival, se unirán a este reclamo.

Tal como se vio en las marchas anteriormente convocadas (el turbio negociado se remonta a 2010), este conflicto genera una gran y variada resistencia: tanto la marcha del 29 de mayo del año 2013 como la del 17 de diciembre de 2016 sumaron un cuarto de la población de El Bolsón, con caballos, tambores, instrumentos musicales y creativas consignas como “Laderas, gracias por unirnos, ahora andate”.

Las nefastas consecuencias que traería el desarrollo de esta megaurbanización, que iguala en su tamaño a la totalidad del pueblo de El Bolsón, destruirían el entramado ambiental y socioeconómico que lo caracteriza y posiciona como destino para los amantes de la naturaleza, los productos artesanales naturales y orgánicos. La variedad cultural que identifica a El Bolsón, y que la globalización todavía no pudo estandarizar, se ve reflejada en lo multifacético del reclamo que incluye aristas político-ambientales, socio-económicas, culturales y legales, que son parte del mismo repudio al saqueo de los bienes comunes y sus potenciales consecuencias.

Las aguas superficiales y subterráneas del sector a lotear nutren a todos los ríos de la zona, por lo que los movimientos de suelo necesarios para la construcción de calles y casas modificarán el curso de las aguas subterráneas. Una vez construido, este megaloteo consumirá gran cantidad de agua, teniendo en cuenta el perfil de este tipo de enclaves VIP con mansiones, piletas y jardines que consumen mucha agua de riego.
Además contaminará aguas abajo el recurso hídrico, debido a los efluentes que generará. El bosque y su fauna también se verán fuertemente afectados, perdiendo biodiversidad debido una fuerte antropización de la zona, incrementando su riesgo de incendio.

El enclave turístico que generaría este megaloteo, alineado al megaconsumo y desconectado de la identidad del pueblo, también destruirá su entramado socio-cultural, que se caracteriza por la diversidad y por actividades económicas a pequeña escala. Paisanos, hippies, mapuce, artesanos y bohemios (que venidos de todas partes son atraídos por el paisaje y un estilo de vida en armonía con la naturaleza) llevan a cabo diferentes actividades ligadas a la producción orgánica y artesanal, y a pequeños emprendimientos agroturísticos, aprovechando las potencialidades existentes, como lo es el turismo rural, las actividades de montaña y la feria artesanal.

Como ya ha pasado en diferentes villas de esquí, desde Alberta, Canadá, hasta Bariloche, estos enclaves generan un círculo vicioso que devasta la economía local, ya que por un lado destruyen las pequeñas economías locales y las reemplazan por puestos de trabajo de mala calidad relacionados con el monocultivo del turismo (altamente estacionales, poco calificados, precarizados y en negro) disparando el precio de las tierras, producto del aumento de su demanda por parte de especuladores extranjeros. Esto se traduce en que la población local vaya perdiendo paulatinamente el acceso al trabajo digno y a la tierra.

Teniendo en cuenta que el intendente Pogliano continúa ignorando la voluntad popular que ha rechazado este proyecto, sobran razones para unirse a la marcha del 7 de enero: por la restitución de las tierras fraudulentas, por la declaración de intangibilidad de la reserva Cumbreras de Mallín, por la expulsión de Laderas S. A. de la localidad, y por el control social y popular de la política local y municipal de tierras.