Sobre la Ley de Protección de Glaciares Nº 26418 y el veto presidencial –decreto 1837/08-, el Dr. Lavandaio como Presidente de la Asociación Geológica de Mendoza, remitió una nota al diario “Los Andes” que éste publicó con fecha 6 de enero ppdo. Del contexto general de la nota, mi primera apreciación es que mi colega induce al lector, poco informado, hacia el presupuesto que se está frente a un fenómeno natural irreversible donde el hombre tiene muy poco que ver y que la actividad de la megaminería en zonas de la cordillera, podría realizarse sin que ello genere un compromiso para el recurso hielo y por ende para el agua que de él se deriva. Utiliza aquellos aspectos que le son favorables y oculta mucha información geológica que complicaría su posición.
Por Dr. Carlos Seara – Geólogo

Sobre la Ley de Protección de Glaciares Nº 26418 y el veto presidencial –decreto 1837/08-, el Dr. Lavandaio como Presidente de la Asociación Geológica de Mendoza, remitió una nota al diario “Los Andes” que éste publicó con fecha 6 de enero ppdo.

En su nota Lavandaio dice que la Asociación Geológica de Mendoza no fue consultada, además asevera que los Geólogos damos nuestra opinión en el tema de los glaciares porque son parte de nuestro interés e incumbencias.

Hasta aquí hay una total coincidencia entre la opinión de Lavandaio y la mía.

En la nota publicada se lée:

”Los glaciares se vienen reduciendo desde fines del Pleistoceno (hace más de 10.000 años) como consecuencia de un incremento en las temperaturas medias, fenómeno que se conoce con el nombre de –calentamiento global- y que forma parte de un ciclo natural del propio planeta.”…..
.”las corrientes de hielo que en el Pleistoceno llegaron hasta el valle de Uspallata poco más de 2.000 m.s.n.m. han reducido considerablemente su extensión y tamaño y sus frentes han retrocedido hasta cerca de los 4.000 mts.”
.”Últimamente se ha advertido que la producción de gases del efecto invernadero por la acción antrópica de los últimos siglos puede aumentar el efecto de este calentamiento global natural”….
.”habrá menos nieve en la alta cordillera, los glaciares se seguirán derritiendo y como contrapartida habrá más lluvias en las zonas bajas”….
Respecto del Area Periglacial:
.”Es una prohibición que apunta en forma directa a las zonas mineras cordilleranas que, si bien no afectan a ningún glaciar, están en terrenos que por altitud, latitud y condiciones geológicas se congelan”….
.”La ley votada no contiene un plan ni asignación presupuestaria para estudios”…..

Del contexto general de la nota, mi primera apreciación es que mi colega induce al lector, poco informado, hacia el presupuesto que se está frente a un fenómeno natural irreversible donde el hombre tiene muy poco que ver y que la actividad de la megaminería en zonas de la cordillera, podría realizarse sin que ello genere un compromiso para el recurso hielo y por ende para el agua que de él se deriva.

Utiliza aquellos aspectos que le son favorables y oculta mucha información geológica que complicaría su posición.

El Cuaternario se ha caracterizado, entre otras cosas, por la alternancia de glaciaciones con períodos interglaciales de variada duración, con distinta climatología. Hoy se discute si el planeta está atravesando una etapa postglacial o se trata, verdaderamente, de otro interglacial.
La denominación de “CALENTAMIENTO GLOBAL NATURAL” no es aplicable a los interglaciales del Cuaternario puesto que no afectaron a la totalidad de la superficie planetaria y el ejemplo más claro lo presenta la porción norte europea donde hay registros sólo de tres glaciaciones y no de las cuatro del resto de

Europa y América del Norte.
Este período, postglacial o interglacial, (postwürmiense) que vivimos, tampoco presenta una tendencia directa hacia un “calentamiento global natural”.

Para los cambios del postwürmiense se consideran las diferencias térmicas y las correspondientes a la humedad.
Se reconocen para estos últimos 10.000 años de vida planetaria, cuatro fases a saber:
Período Boreal (10.000 a 7.000 a.c.), la temperatura aumenta y se inicia una larga sequía.
Período Atlántico (7.000 a 5.000 a.c.), es una fase más cálida que la actual y con mucha humedad.
Período Subboreal (5.000 a 2.000 a.c.), se caracteriza por ser su clima, más frio y más seco.
Período Subatlántico se inicia hacia el 2.000 a.c. y continúa en la actualidad.

Esta última etapa, que es la que vivimos ha asistido también a una serie de cambios y modificaciones donde el hombre comienza a tener una participación e influencia directa; podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el último tramo conocido como “Edad Industrial” trastoca lo natural con polución, concentración de residuos, agotamiento de los recursos naturales, contaminación de aguas superficiales y subterráneas como así, sus fuentes de aprovisionamiento, aparición de compuestos orgánicos e inorgánicos, a veces no biodegradables, cuyos efectos son inesperados y con consecuencias a largo plazo siempre nocivas para el medio ambiente. Todo ello por obra y gracia del accionar inconsciente del género humano.
Por lo aquí expuesto se concluye que el Calentamiento Global no es cíclico y mucho menos natural. Los registros geológicos son terminantes. Los fenómenos de calentamiento global de la actualidad o “Edad Industrial”, son exclusivos de este tiempo. La producción de gases de efecto invernadero no tiene precedentes geológicos, hilando muy fino podríamos encontrar similitudes, con sectores localizados, durante el período Carbonífero cuando proliferaron las selvas y el ambiente húmedo.

Si nos remitimos a lo que acontece con la producción de óxidos de nitrógeno sustancia agresiva para la capa de ozono, encontramos resultados semejantes.
Es temerario por parte de Lavandaio aseverar que la naturaleza compensará con lluvias en las zonas bajas, los faltantes de precipitación nívea de las áreas cordilleranas y de todas aquellas que se ubiquen por encima de la isoterma del 0º, pretendiendo con ello restarle importancia al retroceso de los glaciares. Total de igual manera la Madre Natura se encargará de alimentar los ríos y acuíferos subterráneos.

Si Lavandaio se hubiera preocupado de consultar registros pluviométricos de los últimos tiempos apreciaría que a lo que se ha dado en llamar “pequeño período diluvial” (1975/2000), le sucede un tiempo meteorológico seco que profundiza la escasez de agua a extremos como los que estamos atravesando actualmente donde las pérdidas en el sector agroganadero argentino son cuantiosas. Estamos pagando los errores por desforestar a mansalva, por la sojización del territorio nacional, por la desertificación general, por incrementar el derretimiento glaciario.

Se equivoca Lavandaio al hacer caso omiso de la tendencia de la dinámica atmosférica donde el comportamiento de las Celdas de Hadley es su lenta migración hacia los polos.

Una mención especial merece el párrafo dedicado a las zonas periglaciales.

Los legisladores al sancionar la ley 26418 han procurado preservar las aguas congeladas, tanto de superficie como del subsuelo, independientemente del criterio geomorfológico que separa el sistema de erosión glacial del de erosión periglacial.

El interés se ha centrado, exclusivamente, en el hielo como forma de acumulación de agua y su cesión por causas del deshielo a las nacientes de ríos, arroyos, manantiales, acuíferos subterráneos, etc.

Uno de los hechos relevantes del sistema periglacial es la presencia del permafrost (suelo congelado de manera permanente, ubicado por debajo del suelo superficial -mollisol-, que fluctúa entre hielo y deshielo a lo largo del año, a veces con variaciones estacionales y en otros casos con fluctuaciones diarias de la temperatura).

¿Por qué los legisladores habrán puesto énfasis en la protección del sistema periglacial?; ¿Habrá sido, como dice Lavandaio, con el objeto de impedir las explotaciones mineras en altura?

Lo cierto es que el permafrost posee un espesor variable, en general puede considerarse entre 30 y 40 mts por grado negativo de la temperatura media anual de la superficie y aún tomando en cuenta lo discontínuo de este suelo congelado, es enorme la cantidad de agua capaz de retener. Esta masa líquida, también, quedaba a salvo con la ley 26418.

Creo no equivocarme al manifestar que el veto presidencial ha enajenado y comprometido seriamente el futuro de poblaciones enteras, su permanencia como nodos vivos, sus actividades agroindustriales, etc.

Dr. Carlos Seara
Geólogo